Legiones frente a Falanges by Myke Cole

Legiones frente a Falanges by Myke Cole

autor:Myke Cole [Cole, Myke]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Crónica, Historia, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2018-01-01T00:00:00+00:00


La Segunda Guerra Macedónica

De acuerdo con todos los testimonios que tenemos, Filipo era valiente y apasionado. Guerrero fiero, recibió el apodo «amado por los helenos» como homenaje a su generosidad. Dicho esto, seguía siendo un rey helenístico, y eso significaba que también podía ser altanero, cruel e indiferente al sufrimiento del pueblo griego. Asimismo hay ciertos indicios en Tito Livio de que estaba un tanto paranoico. En parte, algo así es lo que cabe esperar de un rey antiguo, que nunca andaban escasos de enemigos, pero Livio señala explícitamente que Filipo no solo temía «la constante presión del enemigo por tierra y mar, sino que también desconfiaba de la lealtad de sus aliados y, a veces, incluso de sus compatriotas».

Debemos tener en mente que el imperio de Alejandro Magno comprendía Grecia y que Filipo V seguramente se veía como el sucesor verdadero y legítimo de Alejandro. Para Filipo, Grecia era la extensión lógica del Imperio Antigónida, si no en el sentido de un control directo, al menos de hallarse en su esfera de influencia, a la que también pertenecía Iliria, que abarcaba los Balcanes occidentales, con gran parte de la Croacia actual, y Tracia.

A la muerte del rey Agrón en el 231 a. C., una de las tribus ilirias, los ardiaeos, quedó bajo el gobierno de su esposa, la reina Teuta. Aunque técnicamente era regente de su hijastro Pinnes, eso no le impidió capitanear una campaña de pirateo tan exitosa que los comerciantes empezaron a acudir a Roma en busca de ayuda. Cuando Roma envió a dos legados para decirle que cesara el pillaje, Teuta, furiosa por la insolencia, ordenó matar a uno y tomó cautivo al otro.

Como cabía esperar, Roma declaró la guerra y en el 228 a. C. consiguió eliminar las guarniciones ilirias de una serie de ciudades griegas e instalar en el trono a un rey cliente, Demetrio de Faros.

Por su parte, Filipo V consideraba que Iliria estaba dentro de su esfera de influencia. Le enfureció que los romanos hubieran intervenido allí y seguramente también le inquietaba mucho lo que esto pudiera significar para su propio reino. Si los romanos habían sido capaces de aplastar a los ilirios en un par de años, ¿quién sabe lo que podrían hacerle a él?

Entretanto, Demetrio estaba resultando ser un rey cliente muy poco fiable. Extendió el poder ilirio y no dejó de aproximarse a los antigónidas. Al cabo, retomó las incursiones piratas y se alió con Histria, otra tribu iliria que también había estado asaltando barcos de suministros romanos. Roma tuvo que volver a Iliria otra vez para poner orden, y la Segunda Guerra Iliria concluyó con la derrota de Demetrio en el 219 a. C. a manos de Lucio Emilio Paulo, padre de Lucio Emilio Paulo Macedónico, el comandante romano en Pidna, del que hablaremos en el capítulo 9.

Demetrio huyó a la corte de Filipo V, donde se convirtió en el consejero de confianza del rey antigónida. Naturalmente, los romanos exigieron que se lo entregaran. Filipo se negó y las relaciones entre las dos potencias empezaron a deteriorarse.



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